Resumen:
En el contexto actual en que la violencia, enquistada en las dinámicas cotidianas, se entiende como una disposición del orden de las cosas, la inseguridad generada a raíz del miedo al delito aparece omnipresente: se vive en un estado en que “todos podemos ser víctimas”. Sobre esta base de potencial victimización han surgido espontáneamente las organizaciones de Vecinos en Alerta. En esta línea, esta investigación se presenta como un acercamiento a los grupos de Vecinos en Alerta desde el análisis de los discursos de sus integrantes, explorando sus significados y representaciones sociales con el objetivo de comprender cómo se construye este tipo particular de víctima.
Metodológicamente, se utilizó un diseño cualitativo que permitió estudiar las experiencias de vida del sujeto investigado respecto a la inseguridad. El trabajo de campo consistió en el relevamiento de fuentes primarias mediante la entrevista en profundidad, seleccionando, mediante la técnica de muestreo por conveniencia, más de una decena de casos de hombres y mujeres de Montevideo y Canelones que, habiendo sufrido o no experiencias de victimización, participaran activamente en dichos grupos.
Reconstruyendo el relato de victimización y de inseguridad que sustenta el accionar de los vecinos organizados, se observó que su sentido común, compuesto por representaciones sociales, se nutre de la conformación de la identidad del vecino víctima: mediante las conversaciones cotidianas los sujetos coordinan sus sentimientos, percepciones y consiguientes autoidentificaciones de sí mismos como víctimas, lo que construye un orden discursivo consensuado intersubjetivamente.
La implicancia más importante de esa autoidentificación es que, como contracara de la construcción identitaria de un ‘nosotros’ que se genera en base al miedo que ocasiona sentirse cercanos al delito, también se produce la construcción de un ‘otro’ opuesto y enemigo. Así, en sus discursos se ubica, por un lado, el ‘nosotros’ compuesto por la “gente de bien” y, por el otro, el ‘ellos’, encarnado en aquellos ajenos al barrio que, por tener una apariencia diferente, se identifican como amenazantes.
A su vez, se constató que el miedo funciona como factor de cambio en los comportamientos cotidianos, particularmente en los modos de habitar las ciudades, generando un movimiento doble: de exclusión de los ‘otros’ de los espacios públicos y de reclusión del ‘nosotros’ dentro del hogar, produciéndose una oposición binaria entre un interior seguro y un exterior peligroso.
Uno de los hallazgos más relevantes es que los vecinos plantean que por más que su accionar grupal no modifica los niveles de inseguridad de la manera deseada, el hecho de habitar un espacio con personas que comparten las mismas preocupaciones genera cierta sensación de acompañamiento, de comunidad, que, sumada al control social que proporciona la constante comunicación entre ellos, disminuye el sentimiento de inseguridad.
A modo de cierre, cabe enfatizar la importancia de abordar un hecho social desde su dimensión emocional. En esta investigación, el análisis de la cultura afectiva, los registros emocionales y los sentimientos de los entrevistados, resultó fundamental para lograr comprender cómo se conforma la tríada vecino–ciudadano–víctima y, consiguientemente, la construcción del ‘otro’, diferente, peligroso y potencial victimario.