Justificación breve del tema:
La pandemia generó un impacto inédito en el terreno cultural dando lugar a crisis inéditas en algunos sectores, desarrollo inesperado en otros, emergencia de nuevos espacios de creación, de recepción y de discusión estética y política. Confirmó tendencias, revirtió otras e impulsó nuevas prácticas. Para unos, fue una ventana de oportunidad. Para otros una invitación a la quiebra. Las políticas culturales lograron tomar en cuenta la necesidad de acceso social a la cultura pero no lograron en todas las áreas resolver ni re-equilibrar la situación de la cultura y el arte como actividad laboral, dejando en evidencia precariedades preexistentes a la emergencia sanitaria.
El cine nacional, logró en cierta medida seguir produciendo y también algunas oportunidades de instalarse en streaming en plataformas públicas y privadas, nacionales e internacionales -proceso que ya era parte de la transformación del sector a nivel global-. Las salas de cine comercial sobre todo encontraron alternativas como la del autocine. Cinemateca Uruguaya la posibilidad de emitir películas culturalmente relevantes en televisión pública, logrando algo de lo que las políticas cinematográficas tienen pendientes: la formación de públicos y la formación de circuitos virtuosos entre medios audiovisuales. Los espectáculos públicos vinculados a la música fueron trastocados. No obstante, la industria musical sobre todo viene realizando una transformación muy fuerte para afianzarse en lo digital que sirvió de base para experimentar los conciertos por streaming y el lanzamiento de nuevos discos en plataformas -Spotify, Youtube-. Sin embargo, las artes vivas, como las artes escénicas, y en particular el teatro y el carnaval, se vieron sumamente afectados. Estando la presencialidad restringida o prohibida, fue necesario repensar estética y políticamente las formas de producción y de recepción, así como su vinculación con el mundo digital.
Estas discusiones y redefiniciones que se dieron bajo la urgencia y la incertidumbre pandémica, generaron algunas líneas que se perfilan como prioridades en la pospandemia. Por un lado, es posible identificar una redefinición estructural de las arte vivas en pos de revelar su atractivo digital sin perder su esencia. Esta constatación no contradice la relevancia de su dimensión emotiva y experiencial en el vínculo entre actores y públicos, pero advierte la necesidad de una reflexión sobre las prácticas culturales y las relaciones entre artistas y públicos en su más amplio sentido. Por otro lado, la evidencia sobre la precariedad de ciertos sectores, reforzada por la incertidumbre laboral, obliga pensar a la viabilidad laboral de los actores culturales y el rol de las políticas públicas en ésto. Finalmente, las artes, oficiaron durante la pandemia de refugio, distracción, medios de expresión, generando prácticas y lenguajes singulares, como lo muestran los últimos trabajos sobre el uso de plataformas o el rol de las fiestas y de la música, incluso de forma prohibida, como lugares de encuentro.
En este panel nos preguntamos ¿que lección dejó para el arte y la cultura la pandemia? ¿que posibilidades hay de replantear las expresiones culturales en una era cada vez más digital y virtualizada? ¿Que cambios se pueden plantear para mejorar las condiciones de trabajo de los artistas? ¿Qué novedades en términos de prácticas y lenguajes artísticos se desarrollaron durante la pandemia actualizando o redefiniendo el rol del arte en la sociedad contemporánea? agenda de trabajo para el nuevo entramado cultural: buscar y promover estrategias, modelos y acciones, así como experimentar e impulsar la innovación cultural.